POR ALBERTO H. MOTTESI
ALBERTO MOTTESI ASSOCIATION
Los globos de muchos colores llamaban la atención aun a muy larga distancia. Ramos de flores con tarjetas de felicitación, y muchos invitados esperando en la puerta. Es que Alicia y Rafael estaban inaugurando un negocio de comidas rápidas en aquella tarde. Hubo palabras muy lindas deseándoles éxito; y por supuesto, después de romper la cinta inaugural, todos participaron de la comida, el buen ambiente y una tarde muy agradable.
Al día siguiente, aquella venta de hamburguesas, papitas fritas y refrescos abrió sus puertas al público. ¡Había muy buenas promociones! Y por supuesto, la gente, particularmente los jóvenes, hacían sus delicias en aquel sitio. Pero en la vida no todo son inauguraciones, buenos deseos y promociones. Me encanta un dicho popular que escuché en alguna parte de México: “Al ojo del amo engorda el buey”.
Resulta que Rafael esperaba que Alicia corriera el negocio. Entre tanto él andaría por aquí y por allá. Pero Alicia era también ama de casa, esposa, madre… en fin, una mujer sumamente ocupada. A veces por rellenar un hoyo, destapaba el otro. Y las cosas comenzaron a andar mal en el negocio, en la escuela de los niños, y como es lógico también en el hogar. Alicia le reclamaba a Rafael su ausencia en las vidas de ella y de los niños, su ausencia en el negocio, y su ausencia en la vida en general.
Es fácil deducir el resultado de esta historia: el negocio se cerró, el hogar se deshizo y los rumbos de todos se torcieron por diferentes senderos de vida.
Una vez leí esta frase: “Cuando tú llegas exactamente a la raíz del significado de la palabra “éxito”, encontrarás que simplemente significa acción continua hacia adelante siempre”.
¿Qué hace que las personas, como Rafael y Alicia, comiencen algo y no lo terminen? Yo no creo que es nada más que un asunto de temperamento o educación. ¡Estos son muy importantes en el desarrollo de las personas! Pero es un asunto de motivación interna, de lo que está adentro de nosotros.
Y no puede haber una genuina y productiva motivación interna, si no hay una fe sólida, estable y continua en el Dios que nos creó.
Dios no te creó, para que seas un fracasado o fracasada. Ni en la vida aquí, ni en la eternidad. Dios te creó para que vivas en victoria, de triunfo en triunfo.
Y para que tú vivas en triunfo, primero Él hizo que Su propio Hijo conociera el dolor, el sacrificio, la entrega y aún la misma muerte. Es precisamente la victoria de Jesucristo sobre la muerte, la que asegura tu victoria ahora y por la eternidad. Ríndele tu vida a Él y comenzarás a vivir el éxito de una vida llena del propósito de Dios.
¿Para qué fracasar cuando hoy mismo puedes ser un triunfador, una triunfadora? Él te ama entrañablemente y hará lo mejor para ti.