Por Alberto H. Mottesi
ALBERTO MOTTESI EVANGELISTIC ASSOCIATION
Santa Ana, California.
Especial para elDiarioCristiano
Mis amigos, si yo les preguntara ¿cuál es la cosa más grande del mundo? obtendría diversas respuestas. Algunos de ustedes me dirían, “es la familia”; otros, “es la esposa amada”; otros, “la patria”; otros, “el ideal”; otros me dirían, “Dios”; otros me contestarían, “la salud”; otros, “la amistad”; otros, “la vida”; y aún otros responderían, “la muerte”.
En fin, que las respuestas serían variadas y numerosas. Pero hoy quiero mencionarles el versículo más grande de toda la Biblia. En el Evangelio de Juan, encontramos un versículo principal; un versículo cumbre; el texto que es resumen y epítome de este Libro grandioso.
Este verso es el número 16 del capítulo tercero; y dice así: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Es tan grande, tan hermoso, tan profundo, tan completo, que sería bueno que todos lo pudiéramos aprender de memoria.
Insisto, mis amigos, que este texto es el epítome de toda la Biblia. Resume en pocas palabras el mensaje completo. Dios, el ser más grande, amó, con el sentimiento más grande, al mundo, que es la multitud más grande, que dio, que es la acción más grande, a su Hijo unigénito Jesucristo, que es el don más grande, para que todo aquel que en él cree, la sencillez más grande y la oportunidad más grande, no se pierda, que es la salvación más grande, sino que tenga vida eterna, que es la bendición más grande.
Todo lo grande, como ustedes pueden ver mis amables amigos. Nada pequeño hay en Dios, ni en la oferta de Dios. Todo se hace en grande en el Reino del amor y del Espíritu. Y como lo afirma el Señor Jesucristo, todo se recibe por medio de la sencillez más grande: la fe en Cristo.
No es necesario hacer nada para ser salvo. No es necesario pagar nada. No es menester sacrificar nada. Ni siquiera es necesario tener alguna virtud. Todo lo que Dios pide es fe en Cristo. Fe en la obra de Cristo. Fe en el sacrificio de Cristo. Fe en la Palabra inalterable de Dios, que no falla nunca.
En estos tiempos se habla mucho de la grandeza del espacio; de la grandeza de la ciencia; de la grandeza del poder atómico, de la grandeza de la mente, de la grandeza de las redes informáticas.
Mis amigos, si yo les preguntara ¿cuál es la cosa más grande del mundo? obtendría diversas respuestas. Algunos de ustedes me dirían, “es la familia”; otros, “es la esposa amada”; otros, “la patria”; otros, “el ideal”; otros me dirían, “Dios”; otros me contestarían, “la salud”; otros, “la amistad”; otros, “la vida”; y aún otros responderían, “la muerte”.
En fin, que las respuestas serían variadas y numerosas. Pero hoy quiero mencionarles el versículo más grande de toda la Biblia. En el Evangelio de Juan, encontramos un versículo principal; un versículo cumbre; el texto que es resumen y epítome de este Libro grandioso.
Este verso es el número 16 del capítulo tercero; y dice así: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Es tan grande, tan hermoso, tan profundo, tan completo, que sería bueno que todos lo pudiéramos aprender de memoria.
Insisto, mis amigos, que este texto es el epítome de toda la Biblia. Resume en pocas palabras el mensaje completo. Dios, el ser más grande, amó, con el sentimiento más grande, al mundo, que es la multitud más grande, que dio, que es la acción más grande, a su Hijo unigénito Jesucristo, que es el don más grande, para que todo aquel que en él cree, la sencillez más grande y la oportunidad más grande, no se pierda, que es la salvación más grande, sino que tenga vida eterna, que es la bendición más grande.
Todo lo grande, como ustedes pueden ver mis amables amigos. Nada pequeño hay en Dios, ni en la oferta de Dios. Todo se hace en grande en el Reino del amor y del Espíritu. Y como lo afirma el Señor Jesucristo, todo se recibe por medio de la sencillez más grande: la fe en Cristo.
No es necesario hacer nada para ser salvo. No es necesario pagar nada. No es menester sacrificar nada. Ni siquiera es necesario tener alguna virtud. Todo lo que Dios pide es fe en Cristo. Fe en la obra de Cristo. Fe en el sacrificio de Cristo. Fe en la Palabra inalterable de Dios, que no falla nunca.
En estos tiempos se habla mucho de la grandeza del espacio; de la grandeza de la ciencia; de la grandeza del poder atómico, de la grandeza de la mente, de la grandeza de las redes informáticas.
No hay grandeza más grande que la de Dios, tal cual se manifestó en Cristo y Su obra grandiosa de salvación. “De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Ese “todo aquel”, te incluye también a ti.