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martes, 27 de julio de 2010

EL SILENCIO DE DIOS




Por Alberto H. Mottesi
ALBERTO MOTTESI EVANGELISTIC ASSOCIATION
Santa Ana, California.
Especial para elDiarioCristiano

En el formidable drama histórico “Jeremías” de Stefan Zweig, se describe la tragedia de Sedequías, el rey de Judá. Los enemigos lo tienen rodeado. Las tropas de Nabucodonosor sitian a Jerusalén. El hambre y la escasez se hacen sentir en la ciudad. La rebelión y el desaliento y la crítica cunden por todas partes.

Los consejeros de Sedequías, Pasur el Sacerdote, Hananías el profeta y el administrador, nada, sino malas noticias pueden darle. Cuando acude a ellos en busca de consejo y ayuda, ellos lo miran sin responderle nada, porque nada tienen. Entonces el despavorido rey eleva los ojos a Dios. Pero Dios permanece callado y en mutismo. Entonces, Stefan Zweig pone estas palabras en boca de Sedequías: “Terrible cosa es ser servidor de un Dios que siempre calla y cuya imagen nadie ha visto”.

Este era el Dios de Israel. Jehová el invisible. Jehová, el Dios sin imagen, porque no es materia. Jehová, el terrible, el exigente, el Santo. Jehová, que por momentos habla con voz de trueno, y por momentos, por largos momentos calla y no responde. Y que todavía sigue exigiendo fe y confianza, paciencia y obediencia.

Algo de la angustia del rey está estampada en el Salmo 83. Dicen así los primeros versículos: “Oh, Dios, no guardes silencio; no calles, oh Dios, ni te estés quieto. Porque he aquí que rugen tus enemigos, y los que te aborrecen alzan cabeza”.

Yo creo que todo ser humano creyente en Dios pasa por períodos en que su fe, no digo que falta, sino que flaquea. Momentos de sombras espirituales; momentos de desaliento y depresión; momentos en que el ánimo cae a los pies y el corazón flaquea. Es en estos momentos cuando el enemigo de nuestras vidas se aprovecha y trata de insuflar la duda, de desconectar de Dios, al alma; de apagar el espíritu.

Pero esas sombras pueden disiparse, esa depresión puede levantarse, esas dudas resolverse y esas flaquezas dar lugar a la fuerza y el ánimo. ¿Cómo?, te preguntarás. Confiando serena y tranquilamente en el Amor de Cristo. Leyendo y creyendo a la Biblia, la Palabra de Dios, te contesto.

Ya no estamos en los tiempos antiguos, cuando Dios callaba. Ahora Dios habla, está cerca, nos busca, nos llama, clama a grandes voces detrás de nosotros, y nos pide que regresemos a Él. Cristo, mi estimado amigo lector, es el Señor viviente, que te está llamando a ti.

Solo tienes que abrir Su Palabra, la Biblia y como torrente Su Voz te llenará el corazón. Tienes que doblar tus rodillas y tu orgullo, levantar tus manos a Él, y Él se acercará a tu vida. Debes ir a una congregación donde se exalte a Cristo como Señor y Su Palabra, la Biblia, como única norma de fe y conducta; y allí, Él también te hablará. Él sí quiere tener amistad contigo.



(Este mensaje fue predicado originalmente en el programa radial Un Momento con Alberto Mottesi transmitido diariamente en más de 2000 emisoras)



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